Lunes doce de octubre , dia de la Hispanidad.
Marcado en el calendario como día festivo se celebra en toda la península de forma bien distinta, ha amanecido un día otoñal fresco, ventoso, las hojas caen de los árboles con su color marrón tomándose su tiempo para de forma delicada acomodarse en el rincón donde las lleva el destino, sin hacer ruido, sin notarlas, dejándose , hasta saber que su lugar escogido quizá por el azar será su fin hasta la descomposición final , el hielo, la lluvia y el tiempo las dejeran en el recuerdo en espera de un nuevo renacer en meses, así ha amanecido un lunes que a pocos minutos de ser agotado dará paso a un martes y trece.
ocho cientos mil euros han sido gastados en boatos, desfiles, informativos contaminados, campañas de publicidad, anuncios identitarios, me pregunto si todo eso hace falta para sentir, obligar a sentir siempre es un mal juego, es algo antinatural que provoca en el interior del sometido cada vez mas frustración.
Allí estaban vestidos de gala todos los poderes del estado, empezando por el Nuevo rey con su esposa acompañados de sus bellas niñas que a fe aprenden a cada minuto el rol que deben desempeñar en un futuro , a sus costados todos los miembros del gobierno, los gerifaltes militares luciendo sus brillantes condecoraciones lo cual me produce una paradoja pensando que España lleva siglos perdiendo todas sus batallas militares.
Estaban todos o al menos todos los que querían e interesaba que estuvieran, otros en cambio mancillando el glorioso día han tomada la difícil decisión de no acudir, que hipocresía , tanto lo uno como lo otro, todo son juegos de poder que intentan sus actores para en un tiempo futuro sacar rédito, que poco han cambiado los actos humanos a lo largo de los tiempos.
Han comenzado el desfile con un despliegue aéreo en el cual han sacado toda clase de aeroplanos, helicópteros, drones, cometas y globos aerostáticos. Su majestad vestido de jefe supremo constataba con un semblante mayestático como las columnas de sus tropas desfilaban acompañadas por músicas bélicas que eran jaleadas por el populacho que con banderas nacionales se emocionaba ante tal desfile patriótico.
Yo hubiera planificado un desfile diferente, en vez de esos marineritos de la armada una compañía de inmigrantes buscando en el surcar de los mares una oportunidad para ser personas, en vez esos regulares que desfilan a paso marcial flanqueados por esa cabrita amaestrada, una compañía de dependientes acompañados por sus cuidadores , en vez de esos esquiadores de alta montaña en plena castellana, una batucada de jóvenes en espera de hacer tanto ruido que puedan ser escuchados, en vez de tanta parafernalia y dispendio una cohorte de parados que mostraran su identidad de seres con futuro.
Pero claro, esto no sería un día de orgullo hispánico, mas bien se trataría de algo no mediatico ni interesante así que solo en estas lineas propias hago mencion de ello.
Seguiré sintiendo los callos que me produce el golpear con fuerza mi pequeño tambor ya que así estaré en la realidad sufrida que nos toca vivir.
El tamborrero