jueves, 25 de septiembre de 2014

ZINEMALDIA

Vivo en San Sebastián, conozco bien los recodos , las calles, las tradiciones, la forma peculiar de los habitantes de la ciudad, el mes que mas me gusta sin duda es septiembre, la masificación turística de los dos meses predecesores disminuye, llegan las olimpiadas del remo  con la disputa de la bandera de la concha, suelen organizar actos específicos dedicados a lo vasco durante una semana donde suele haber un ambiente muy participativo y familiar, como colofón a finales de  mes el plato estrella es el festival de cine que año a año va adquiriendo mas prestigio a nivel internacional y que en su vorágine llena  la ciudad de frikis audiovisuales, actores de primera linea , ......, todo esto en mi modesta opinión tiñe a la ciudad de un glamour especial.

Al hilo de esto contaré una experiencia personal sucedida al ir a ver una pelicula.


El festival comenzó el sábado, como todos los años he ido con la idea de seleccionar en el librito de sinopsis  ,(que cuesta un euro cincuenta ) las que me puedan divertir, sentir, entretener, en fin películas no comerciales en su mayoría que en el futuro sé que serán de difícil acceso y que pienso  llenan tras su paso por el certamen polvorientas muchos archivos audiovisuales .

El caso es que tengo el libro en las manos, preparo un café bien cargado, cojo el bolígrafo de cuatro colores y me pongo a analizar la poca información condensada en cuatro líneas sobre cada opción.

llevo una hora centrado en los contenidos, estoy notando una tristeza interior que hace tiempo no percibía, un gran porcentaje tratan sobre dramas de todo tipo, de situaciones reales aunque rocambolescas con un tufo de perversión en muchos casos que no dudo existe en la sociedad en la que vivimos pero que en mi situación actual prefiero no me afecten así que lo que yo busco veo que no  lo encuentro,será que año a año voy convirtiéndome en mas raro dentro de lo diferente que somos cada uno de nosotros.

Al final decido que este año no compraré el bono, quizá si durante la semana veo que alguna me puede sorprender a última hora igual me animo.

Martes 22 de septiembre de 2014

Son las cinco de la tarde, sin tener nada concreto que hacer a partir de este momento encuentro el libro del festival tirado en el sofá, sin mucho ánimo sobre su contenido lo vuelvo a analizar para esta tarde, las posibilidades son variopintas aunque con un denominador común, me atrae una historia fechada en el siglo 18 entre Dinamarca y la patagonia, pienso que puede ser una opción para esta tarde ociosa, me preparo y cojo mi moto para llegar a la taquilla del antiguo 7 a comprar la entrada antes de las seis y media.

Las filas, las acreditaciones colgadas al cuello, el vaivén continuo de personas en los aledaños del cine , ese es el movimiento especial de este certamen, eso que aderezado con otros ingredientes dota de glamour al festival,  me pongo en la cola de la taquilla, parece que conseguiré pronto la entrada, son las seis y diez , empieza a las seis y media, tengo delante cuatro personas .

Taquilla acristalada, una chica bastante joven a la cual no hecho mas de veinte años está la primera, la vendedora es una señora que imagino tiene como gran objetivo restar los pocos días que le quedan para jubilarse, la chica es un manojo de nervios, tiene subrayado en su cuaderno películas con anotaciones bajo sus títulos y va pidiéndolas , la taquillera muestra una paciencia infinita , con educación le hace ver que hay algunas que están agotadas y que se traslade un par de pasos para hacer una nueva selección mientras atiende a los demás de la cola.

Una mujer entrada en la cuarentena es la segunda , pide dos entradas para dos películas para hoy en diferente sesión, no tarda en recibirlas, ya solo tengo dos persona por delante, le toca el turno a una chica joven que me recuerda a  la protagonista de la película ocho apellidos vascos, se dirige en euskera a la taquillera, ella con bastante paciencia le responde en castellano a su agresividad verbal, es cortante en su expresividad y me da la impresión de que  es de las que piensan que todo en la vida está en su contra, al final no consigue la entrada que persigue y se marcha sin despedirse y con unos andares eléctricos .

Delante mío está un joven de unos treinta años sentado en una silla de ruedas , me fijo y observo sus lentos movimientos a la hora de sacar la cartera del bolso que lleva colgado al cuello, se expresa de forma poco inteligible, su cabeza no llega a la parte baja de la ventanilla, la taquillera no le entiende, el quiere una entrada para la película Lasa y Zabala, están agotadas, le contestan, se queda mudo sin moverse pensando que su ilusión por ir al cine habrá acabado , le comento que quizá tenga alguna otra opción , me sonríe,  le cojo la cartera , saco los siete euros veinte que cuesta y le doy la entrada para una película que empieza a las siete y que la taquillera ha comentado que puede le guste.

Llega mi turno, estoy a punto de pedir mi entrada, de repente aparece una señora de unos cincuenta años con un billete de diez euros en la mano y dice :

¿Me da una entrada para la que está a punto de empezar?

La miro y le comento que hay una cola y que se está colando

Me responde con seguridad y mirándome como si fuera un pardillo que se puede comprar la entrada para la sesión que está a punto de empezar saltándose la cola, que lo pone en la letra pequeña de los "estatutos" del zinemaldia, le comento que no se invente cosas y su cara cambia, se pone mas seria, en esto la taquillera que está viendo la escena desde su espacio comenta que es verdad lo que dice la señora pero que no es posible hacerlo si los que están en la cola no te dejan, sonrio, ella duda un par de segundos , se dirige para la zona trasera y cuando se cruzan nuestras miradas observo que me mira con rabia.

Buenas tardes, me da una entrada para la película jauja , en la sala siete a las seis y  media,

Pufff, me responde, está agotada desde hace bastante

Me quedo callado,  tienes dos opciones a esa hora, una película coreana y otra francesa,

escucho una voz a mi espalda, tiene acento argentino, vete a ver la francesa, es la del agua, esta buena gracias le contesto, confío en ti le digo guiñándole un ojo, pido una entrada para el "agua" y después de pagar y al ir alejandome miro su título, vincent no tiene escamas.

Salas 4 5 o 6  puedo elegir cualquiera de ellas, giro a la izquierda , a la derecha esta la puerta de entrada de la sala 6 pero a la izquierda y con la puerta abierta de par en par está la entrada de  la sala 7, me quedo justo en la mitad de la distancia entre ambas y un breve pensamiento pide que delinca y que entre en la agotada es como de pequeño cuando una vez me encontré un balón nuevo  en una esquina y al cogerlo y dirigirme a casa sin decir nada a nadie sentí dos cosas diferentes una de satisfacción por tener algo ajeno y  otro de culpabilidad al pensar que debía ser de alguien, al final desisto de la idea y entro en la sala seis, las luces están encendidas, busco un hueco en alguna de las filas, todo lleno, sigo bajando los escalones que me van acercando a la pantalla, estoy por debajo de la fila ocho en una sala de veinte filas, sigue sin haber una butaca para mi, al final veo que la fila uno esté completamente libre, no busco otra opción , me dirijo allí y me siento en el centro de la fila, estoy solo, la pantalla la tengo a metro y medio, al menos no tendré excusa para dormirme pienso, pasan un par de minutos, un hombre rondando los sesenta se sienta dos butacas a la derecha de mi, es el típico que con un maletín y unas gafas que  manosea continuamente saca y analiza diversas revistas mientras la luz sigue encendida, poco a poco va diluyéndose, ahora la oscuridad es absoluta, empiezan los créditos, es de la sección nuevos directores,  silencio que empieza .

Ya llevamos cinco minutos de  emisión, tres de ellos han sido un plano de un río a ras donde solo he podido ver el agua y su reflejo, también un muchacho pensativo sentado en unas escaleras de un muelle, pienso " joder con la del agua, menuda me ha metido la argentina, me ha tocado la de nemo a la francesa  o la del capitán pescanova",  la salida de la sala no está delante , en otra circunstancia saldría amparado por la falta de luz, sigo viéndola, me voy involucrando en ella, es una historia curiosa, tiene  momentos graciosos, me está gustando, -¿porqué tenemos tantos prejuicios?-

mi pareja de asiento lejano  es un hombre de risa fácil, cualquier pequeño tic gracioso el lo representa con una carcajada histérica, al principio no pasa de ser una manera de actuar, en el transcurso de la proyección se va convirtiendo en un murmullo de la sala, yo intento escabullirme haciéndome cada vez mas pequeño en mi sitio para no ser identificado con el emisor de tan histrionica conducta.

Termina, miro al reloj, ha durado hora y veinte, se escuchan ligeros aplausos mientras abandonamos la sala poco a poco ,la gente hace sus valoraciones en corrillos mientras a paso de procesión nos dirigimos a la salida , salgo a la calle, llueve, enciendo un cigarro y poco a poco me voy acercando a donde tengo la moto, espero que deje de caer agua, arranco y me marcho.

fin




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